El palacio de los Duques de Frías (también conocido como palacio del duque de Béjar) fue una residencia señorial en Madrid con orígenes en el siglo XVI que continúa parcialmente en pie, como palacio del marqués de Camarasa.
Historia
El origen del edificio se encuentra en una casa con amplio jardín poseída por Diego de Vargas y entregada a su hija Ana con motivo de su matrimonio con Diego Ortiz de Vargas. El 10 de julio de 1595 la casa fue vendida por el matrimonio a Diego Álvarez de Peralta. Tras el concurso de Álvarez de Peralta, en 1613 fue comprada por Juan Serrano de Zapata, caballero de la orden de Santiago, que sería posteriormente embajador de Felipe IV ante la República de Génova.[1][2] Fue en esta casa donde Juan Serrano recibió en 1623 a su hermano el cardenal Zapata a su vuelta de Nápoles donde fue virrey.[3] En ese mismo año describía Gil González Dávila en su Teatro de las Grandezas de la Villa de Madrid la existencia en la quinta de una estela funeraria proveniente de Mérida.[4]
En 1661, tras la muerte de Juan Serrano de Zapata, fue comprada a sus acreedores por Juan Jiménez de Góngora, que después sería I marqués de Almodóvar del Río. Este caballero moriría a su vez en 1668, siendo vendida la casa por su viuda, Luisa de Góngora, al noble y negociante Manuel José Cortizo en marzo de 1673. En 1673 la casa sería adquirida a Cortizo por Iñigo Melchor Fernández de Velasco, condestable de Castilla. A su muerte, el condestable la dejaría en herencia a su hija María Remigia, casada con Francisco María de Paula Téllez-Girón y Benavides, VI duque de Osuna y embajador de Felipe V en el Congreso de Utrecht. En diciembre de 1709 este último mandó construir en el palacio un teatro de ópera donde actuaba una cantante de la que, según la princesa de los Ursinos, se había encaprichado y que formaba parte de la compañía de los Trufaldines.[5] El teatro era considerado como uno de los más ricos de Madrid y fue tasado por el escultor Felipe del Corral en 40.000 reales. Se situaba en la parte del palacio lindante con la calle de Santa Bárbara la vieja (hoy de Válgame Dios).
Durante su estancia en España en 1721-1722 el célebre memorialista y diplomático Saint-Simon visitó el palacio, teniendo muy buena relación con la duquesa consorte de Osuna, a quien había conocido la década anterior en París.[6] Saint-Simon alabó en sus memorias el buen gusto y tamaño del teatro de ópera que poseía el palacio en tiempos de la duquesa consorte de Osuna.[7][5]
Posteriormente la casa pasó, por distintos cambios patrimoniales, a Bernardino Fernández de Velasco, XI duque de Frías. En 1745, el XI duque de Frías, hombre piadoso, transformaría el pequeño teatro que poseía el palacio en capilla de San José, que sería erigida en parroquia, como ayuda de la de San Ginés, en 1745.[Nota 1] Esta capilla estaba presidida por una talla de San José de Luis Salvador Carmona, hoy conservada en la iglesia homónima (parte del desaparecido de San Hermenegildo, de carmelitas descalzos).[8]
El arquitecto Ventura Rodríguez, tasó el edificio en 1775.
En 1807, el XIII duque de Frías mandó transformar el palacio al estilo neoclásico al arquitecto Manuel de la Peña y Padura.[9]
[10] El palacio fue objeto de un episodio histórico en el verano de 1808 cuando se acusó al duque de connivencia con los franceses y esconder armas para estos en el edificio.[11] A finales del siglo XIX solo restaba del primitivo palacio y sus jardines extendidos por toda la manzana, un edificio de don pisos en la zona noroeste de la manzana.[12]
Hacia mediados del siglo XIX, la parte del palacio con vuelta a la calle del Barquillo era propiedad de Francisco de Borja Gayoso de los Cobos y Téllez-Girón, XIII marqués de Camarasa.[Nota 2][13] En 1851 este noble mandó construir sobre esta parte del edificio del palacio de los Duques de Frías, una casa-palacio que sobrevive en la actualidad según diseño de Juan José Sánchez Pescador.[14]
Hacia mediados de la segunda mitad del siglo XIX, el palacio era habitado por Juan de la Pezuela, I conde de Cheste. En este momento el palacio recupera su papel como centro cultural por ser el conde de Cheste un importante hombre de letras.[15] Posteriormente, el edificio sirvió como residencia de Luis Manuel Roca de Togores y Roca de Togores, I marqués de Asprillas y dos esposas sucesivas.[16] La primera de ellas era María del Rosario Téllez-Girón y Fernández de Velasco (1840-1896), XVIII condesa de Melgar, XIV marquesa de Peñafiel, XVII marquesa de Gibraleón, XXIV condesa de Luna, XVII condesa de Oliva, XIX vizcondesa de la Puebla de Alcocer, dama de la reina regente María Cristina, dama de la Orden de María Luisa desde 1878. María del Rosario era descendiente, por parte materna, de Bernardino Fernández de Velasco, XIV duque de Frías y que fue había sido propietario del palacio en la primera mitad del siglo XIX.[17][18]En este momento el palacio sería descrito en el libro Los Salones de Madrid.[19]
Descripción
El edificio inicial se disponía en paralelo a la calle del Piamonte, entre las calles de la Libertad y Barquillo.
El palacio, en su forma original contaba con un amplio jardín que se extendía hasta la actual calle de San Marcos. En el solar del palacio se disponía la capilla de San José, conectada con el palacio. El jardín se encontraba ricamente decorado con estatuas, y una fuente de mármol de Génova.
Posteriormente, a finales del siglo XIX se trataba de un palacio de forma sencilla y dos alturas, contando la superior con balcones. En esta etapa final el palacio tenía vuelta entre la calle del Piamonte y la de la Libertad.
Referencias
Notas
Individuales
Bibliografía
- Lasso de la Vega y López de Tejada, Miguel, IX marqués del Saltillo (1945). «Casas madrileñas del pasado (I)». Revista de la Biblioteca, Archivo y Museo (51): 90-102. ISSN 0210-4342. Consultado el 23 de diciembre de 2022.



